La migración es un fenómeno bastante común en el mundo animal. Aves, mamíferos e incluso peces cruzan el Estrecho de Gibraltar, una de las rutas migratorias más transitadas, para llegar al Mar de Alborán, el punto de conexión entre el Mar Mediterráneo y el Océano Atlántico. Migran en primavera, muchos de ellos, como las orcas, peces espada o mantas raya, para alimentarse y reproducirse. Otros, como el atún o la caballa (migradores anádromos), deciden poner sus huevos en estas aguas cálidas, contrarios al pez espada o la anguila, que los ponen en las aguas frías del Atlántico.

Los peces migran del Atlántico al Mediterráneo

Son muchas las especies que pasan el invierno alimentándose en el Atlántico Norte, casi en el círculo polar Ártico, de peces más pequeños, como arenques. A llegar la primavera, cruzan el estrecho y llegan al Mediterráneo, cuyas aguas templadas, su salinidad y sus corrientes facilitan la fertilización de los huevos. Una vez realizada la puesta, vuelven al Atlántico. Estas migraciones reciben el nombre de gaméticas.  

En los últimos años, la presencia constante de peces tropicales en el Mar Mediterráneo se ha triplicado, debido, en gran parte, al cambio climático.

No sólo contamos ya con alrededor de 40 nuevas especies autóctonas de los océanos Atlántico e Índico, sino que, además, muchas especies del Mediterráneo han sufrido alteraciones en su población.

Tipos de migraciones

  • Tróficas, o de alimentación: tienen como objetivo principal la búsqueda de alimento para el crecimiento, desarrollo y consecución de la madurez.
  • Migraciones reproductoras: los peces suelen nacer en un lugar, desarrollarse en otro y volver al primero para reproducirse, aunque no hay un patrón definido para todas las especies. Muchos se conforman con reproducirse en una zona con las mismas características, en vez de regresar a su lugar de nacimiento.

La migración y la pesca

El continuo movimiento de cientos de especies marinas beneficia constantemente a los pescadores del Mar de Alborán. En el caso de los migradores anádromos, los peces llegan recién alimentados y listos para poner sus huevos, por lo que su carne es buena para el consumo. Tras la puesta, sin embargo, se quedan flacos, y no merece la pena pescarlos hasta la siguiente temporada.

Debido, una vez más, al cambio climático, ahora en el Mediterráneo se pueden pescar especies de peces que, hace tan sólo 20 años, sólo podían haberse pescado en los océanos.

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